top of page

XXII Domingo del Tiempo Ordinario



Ciclo A.

Homilía 03 de septiembre de 2023

Jr 20, 7-9; Salm 62; Rom 12, 1-2. 29-32; Mt 16, 21-27.


“que tome su cruz y me siga”




En el mundo de la web se puede encontrar publicidad de hombres y mujeres que a través de sus experiencias y conocimientos ofrecen ideas o estrategias para que una persona desarrolle su mejor versión y construya el tipo de “vida ideal” que desea vivir. Mucha de esta publicidad se regala o se vende por medio de vídeos donde se insiste en apropiarse filosofías de vida o ideas motivacionales que permiten a los consumidores conectar con su ser interior. Se tratan de videos que, en un primer momento, ayudan a crecer en la estima y el amor propio e incluso en un proyecto de vida exitoso incluyendo la estabilidad económica.

Estos proyectos también se presentan en modalidades de conferencias o masterclass; sin duda, son herramientas al servicio del desarrollo personal. Desafortunadamente otros solo comparten un contenido superficial donde se enfatiza una falsa felicidad por medio del tener, expresado en materialismo y vanidad.



Sin embargo, son pocos los contenidos que promueven el servicio desinteresado y la entrega a los demás como un camino de felicidad auténtico que va plenificando la vida, es decir, algunos solo se quedan en el plano personal pero no en el servicio que a veces conlleva luchas. Eso es justamente lo que el evangelista nos invita el día de hoy. Jesús les dice a sus discípulos “el que quiera venir conmigo, que renuncie a sí mismo, que tome su cruz y me siga”. Si Jesús hiciera contenido en la web con esta idea, iría contracorriente con lo que ya se ha dicho.

Pero ¿qué significa renunciar a sí mismo? En primer lugar, tener una motivación de amor; el Señor afirma que el motivo de la renuncia nace del deseo de querer seguirlo: “el que quiera venir conmigo”. Entonces el que está dispuesto a seguirlo debe renunciar a las ideas que no van en la lógica de Dios -lógica que no es fácil descubrir y que en muchas ocasiones conlleva paradojas con la lógica humana-. El Señor va revelando las exigencias del discípulo de modo que el seguimiento de Jesús implica un camino de renuncias y de cruz.

El evangelio de hoy, que es continuación del evangelio del domingo pasado (veáse), nos presenta un contraste entre dos afirmaciones de Jesús dichas a Pedro: “¡Dichoso tú, Simón, hijo de Juan, porque esto no te lo ha revelado la carne, sino mi Padre, que está en los cielos” y “¡apártate de mí, Satanás, y no intentes hacerme tropezar en mi camino, porque tu modo de pensar no es el de Dios, sino el de los hombres!”. Pedro había confesado su fe a Jesús, “¡Tú eres el Mesías, hijo de Dios vivo!” pero intentó disuadirlo cuando éste anunció que debía ir a Jerusalén para padecer allí por manos de la casta sacerdotal (los ancianos, sumos sacerdotes y escribas).

Seguramente fueron palabras muy desconcertantes para Pedro y no entendía lo que pasaba, pero Jesús sí, por eso no dudó en explicar a los discípulos qué tipo de Mesías es él. En el horizonte bíblico existía un mesías davídico quien sería un guerrero militar que liberaría al pueblo de Israel de la opresión del imperio Romano, sin embargo, siglos atrás, el profeta Isaías había presentado la figura de un “siervo sufriente” con el que Jesús se identificaría. Jesús es un “mesías siervo” capaz de entregar su vida por amor; Pedro quería imponer a Jesús su concepción de mesías, por eso era imposible pensar que el maestro debía morir.

Por esta razón Pedro se lleva a parte a Jesús y lo reprende como si el Señor no supiera lo que dijera o estuviera pasando un día fatal, pero Jesús le afirma: ¡apártate!, ¡muévete!, es decir, vuelve a tu posición de discípulo, ¡ponte detrás de mí! porque el discipulado requiere dejarse conducir por el Señor. Los que seguimos a Cristo Jesús intentamos seguir su espíritu y desde nuestra libertad conducir nuestras acciones para hacer la voluntad de Dios. Pedro había sido inspirado por el Espíritu al profesar su fe, sin embargo, pronto actúo solo desde su humanidad.

El seguimiento de Jesús implica ir detrás del Señor -no adelante de él-, y renunciar falsos triunfalismos o deseos de poder y fama que arrastran daños colaterales a otros. El discípulo y la Iglesia están llamados a renunciar el camino alto del mundo y escoger el camino bajo de Dios; vencer la tentación de poner nuestra fe en los métodos del mundo (mercadotecnia, finanzas, psicología, producción, ciencias, etc) y no en los métodos de Dios (la cruz, el amor y el servicio del otro). Lo dicho aquí no expresa un conflicto con las ciencias humanas, todo lo contrario, cuando se utilizan para el desarrollo humano ayudan a una mejor comprensión del hombre y su realidad, sin embargo, el evangelio nos pide ir más allá tomando la cruz que es expresión del auténtico amor.



El amor de un padre a su hijo en medio de las dificultades es signo de la cruz; las enfermedades sobrellevadas con un sentido de entrega, es signo de cruz; ser perseguido por la verdad y la justicia, es signo de cruz. La cruz no es solo el sufrimiento que se asume con un sentido redentor sino el amor que se lleva hasta el final. También es vencer el egoísmo y no conformarse con una vida de éxito sino una vida compartida con los demás; se trata de superar una felicidad materialista para llevar una vida de encuentro persona a persona; es la superación del amor propio para convertirse en un amor compartido capaz de sanar las heridas y necesidades de los demás. Desafortunadamente esto no se comparte a menudo en la web.

Ya san Pablo invitaba a los Romanos a ofrecerse ellos mismos como ofrenda viva, santa y agradable a Dios “porque en esto consiste el verdadero culto”. El apóstol insiste en nuestra entrega por amor a los demás, para ello no debemos dejarnos transformar por los criterios del mundo sino por la nueva forma de pensar que transforma internamente: el Espíritu de Dios mismo. En efecto, no será sencillo, habrá dificultades e incluso tentación de tirar la toalla pero será el amor nuestra bandera. Esa fue la experiencia del profeta Jeremías: “Me sedujiste Señor, y me dejé seducir; fuiste más fuerte que yo y me venciste. Por anunciar la palabra del Señor, me he convertido en objeto de oprobio y de burla a todo el día”. El grito de Jeremías es de confianza; por encima del dolor humano está el amor, la gracia y la experiencia de Misericordia de parte de Dios; es una alabanza que se expresa desde la sinceridad de su corazón. El profeta da testimonio que el apego a la Palabra y a su misión es más fuerte que los males recibidos por quienes no comprenden a Dios.

Jesús mismo va a encarnar esta actitud. Su amor por el Reino de los cielos lo conducirá a Jerusalén y él mismo entregará su vida para la salvación; dará testimonio del amor hasta el extremo incluso aceptando “una muerte de cruz”. Jesús no guarda su vida para sí mismo sino que la entrega para los demás: “el que quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por mí, la encontrará”. Esta invitación también resuena para nosotros, los discípulos de hoy. El binomio salvar-perder hacen referencias al egoísmo y el amor; ¿qué tipo de discípulos queremos ser? ¿somos capaces de implicarnos en situaciones de cruz para compartir nuestra vida con los demás? ¿preferimos guardar nuestra vida en nuestra zona de confort? ¿nos disponemos ir a Jerusalén para acompañar al Señor y tener el mismo riesgo que él?

Que el Señor nos libre de falsos mesianismos hoy difundidos en la web y nos inspiré ir tras él para compartir nuestra vida en los escenarios reales de sufrimiento y dolor, signo de la cruz, para también resucitar en la vida nueva, plena y auténtica ofrecida por él, aquí y en la eternidad.

118 visualizaciones3 comentarios

Entradas recientes

Ver todo

3 Comments

Rated 0 out of 5 stars.
No ratings yet

Add a rating
Guest
Sep 02, 2023
Rated 5 out of 5 stars.

Añado mi calificación, agregue comentario, y note que esto se me pasó... bendiciones

Like

Guest
Sep 02, 2023
Rated 5 out of 5 stars.

Cuando leo ese fragmento, la renuncia a si mismo, me lleva a considerar la renuncia de lo que crees de tu persona, y visión que tenemos de lo que podemos llegar a ser...puede ser que si tomamos el Camino con Jesús, y renunciamos a la visión personal, Él nos permita ver todo el potencial que se encierra en nosotros, puesto que seguir su cruz, implicará un crecimiento espiritual que sin duda nos hará reconectar con la esencia que él a depositado en cada uno. Entonces podemos ser como esa persona que al recibir un talento, prefirió solo guardarlo y conservarlo, mientras que otro recibe dos talentos y se aventura al proceso de hacer multiplicar... entonces, ¿Estás dispuesto a tomar la…

Like

Guest
Sep 02, 2023

Excelente saludos y bendiciones

Like
bottom of page