Miércoles de Ceniza
- S. Anderson Girón Pardo, MG.
- 14 feb 2024
- 3 Min. de lectura
Ciclo B
Febrero 14 del 2024
Joel 2, 12-18. Corintios 5, 20-6,2. Mateo 6, 1-6. 18-18.
Hoy celebramos en la Iglesia el Miércoles de Ceniza. Con esta celebración damos inicio al tiempo de cuaresma. Durante este tiempo, los fieles están llamados a realizar más obras de caridad, a orar más intensamente y a ayunar de manera más significativa. Y todas estas prácticas tienen, de entrada, la finalidad de prepararnos para vivir uno de los misterios centrales de Nuestra Fe, como son la Pasión, Muerte y Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo en lo que se llama Semana Mayor o Semana Santa. Pero junto con ese objetivo,
las prácticas de este tiempo de cuaresma que inician con este miércoles de ceniza, tienen el carácter de invitación a la conversión, pero de una conversión radical y profunda. Es decir, una conversión del corazón.
La primera lectura de Joel lo dice bien: "Rasga tu corazón, no tu vestido". (Jl. 2,13) así el profeta Joel nos exhorta intensamente a la conversión a través del ayuno, del llanto, del luto. Una penitencia con la que desgarremos los corazones y nos volvamos al Señor para alcanzar un corazón compasivo, un corazón que padezca con el otro. Un corazón sincero, sin mascaras. En cuanto al ayuno, la limosna y la oración, hoy en día podemos llegar a escuchar que estas prácticas que la Iglesia las prescribe como Mandamiento, lo de ayunar, no comer carne el viernes santo, lo de dar limosna, ya son practicas que debemos reinterpretar, tal como lo sigiere el Papa Francisco en diversas ocasiones.

Recordemos que estas prácticas siguen estando vigentes, y que la Iglesia como Madre y Maestra, nos las recomienda en bien de nuestra vida y salud espiritual. Lo que, si está
obsoleto es que te abstengas de comer carne, pero en su lugar sigas comiendo
a tu prójimo con el chisme y las habladurías. Eso si debemos desterrarlo para ir
caminando hacia una verdadera conversión.
En mismo camino en el Evangelio de hoy, Jesús nos recuerda que no pregonemos nuestras prácticas religiosas en voz alta, sino que las hagamos en secreto. Sin embargo, también podemos recordar que Jesús nos dijo que nuestra luz debe brillar para que otros puedan
ver nuestras buenas obras y glorificar a nuestro Padre celestial (cf. Mt. 5,16). Pero en el Evangelio de hoy, Jesús también nos instruye a guardar en secreto nuestras buenas obras. ¿Cual es cual? El evangelio de hoy lo deja claro. No debemos hacer nuestras prácticas religiosas como lo hacen los hipócritas. Los hipócritas muestran una cosa mientras sus corazones guardan otra. Lo que determinaría el peso de las cosas buenas que hacemos es lo que hay dentro de nuestro corazón. Deshacernos de cualquier intención que no sea de Dios y toda buena acción, ya sea mostrada o guardada en secreto, glorificará a Dios y
no a nuestro ego, dejando a lado las intenciones de ganar aplausos,
condecoraciones o muchos likes.
Jesús denuncia aquéllos que obran piadosamente para impresionar a los demás, porque ese comportamiento es inherentemente, egoísta y se enfoca en uno mismo. Jesús nos llama a una piedad desentendida y enfocada en Dios, es decir, ser testigos motivados por un deseo de agradar a Dios antes que a los hombres.

Jesús enfatiza la manera correcta de lograr tres disciplinas espirituales: dar limosna, orar, y ayunar. Su énfasis no está en hacerlas, sino en hacerlas de la manera correcta. Dejando a un lado la hipocresía y el egoísmo seremos bendecidos por Dios, porque dice y “…tu Padre, que ve en lo secreto, te lo recompensará…” es decir, en la combinación de obras generosas y actitudes humildes son las que abren el paso por donde Dios nos dispensa sus bendiciones. Dejemos que Dios actúe en nuestra vida, sigamos también el consejo de Pablo que nos recuerda que Dios “dice: En tiempo favorable te escuché, en día de salvación vine en tu ayuda.” Y concluye Pablo que “mirad, ahora es tiempo favorable, ahora es el día de la salvación.” Quizá la Cuaresma de este año 2024 sea un buen tiempo para mirar algo menos que a nosotros mismos y algo más al que es nuestro salvador.
Comentários